Espacios abandonados, espacios diferentes.
Otrora lugares concurridos, transitados, ocupados. Ahora son hábitats sordos con olores rancios y tacto pegajoso, que guardan su remota belleza y que si el hombre no los hubiese ignorado después de exprimir su utilidad, ahora seguirían cobijando. Pero algo magnético despierta la curiosidad y nos llama en silencio con cautivadoras y oscuras voces.